NUESTRO VIAJE A FORMENTERA
Los sofás tienen una magia que no sabemos cómo, siempre acaban generando planes impresionantes. Si no es un capítulo de juego de tronos, es un peliculón liado en una manta cual croqueta y nuestro viaje a Formentera no iba a ser menos.
Literalmente nos liamos la manta a la cabeza y dijimos “¿por qué no nos vamos a Formentera?” Dicho y hecho. Alargamos la mano, cogimos el iPad y en cero coma ya estaban la mitad de las cosas cogidas. Esta maravilla la pudimos hacer porque era en temporada baja. Si fuese temporada alta, no seáis tan happy flowers como nosotros, porque igual puedes perder un riñón y algún que otro órgano vital más en el intento.
Del sofá al avión en un plisplas. Sara ya se había mirado algunas cositas de Formentera, pero la verdad es que íbamos un poco a ciegas con lo que teníamos que hacer, porque lo planteamos como un finde de desconexión total.
Un poco de tierra, un soplo de aire y una mijilla de mar y en una hora ya estábamos en el puerto de Formentera. Nada más bajar, la primera en la frente. Hay que tener mucho cuidado con los coches de alquiler porque en temporada baja quedan algunos que parecen sacados de “The Walking Dead” con asientos rajados inclusive y que podían ser de tu tatarabuela. Nosotros decidimos coger coche porque al ser temporada baja habían muy poquitas personas. Nos alegramos mucho de haberlo cogido porque una moto es súper práctica para llegar a las playas cuando están súper llenas, pero aunque la isla sea pequeña las carreteras son muy largas y nos daría un poco de yuyu ir con la mochillo a 100 por hora y coches pasándote muy cerca.
¡Primer objetivo conseguido!, a la media hora ya estábamos dentro de un Fiat Panda. No consigo quitarme la canción de estopa de la cabeza cuando digo Fiat Panda. Tuvimos una idea muy molona. Pusimos un stories y pedimos recomendaciones y nos dejamos llevar libres como el viento. Esto nos ha llevado a escribir este post, porque el rumbo del viaje fue un mix de todos y nos hacía ilu compartirlo. En ese momento nuestro viaje a Formentera cogería forma.
Nada más llegar Guille iba sin rumbo conduciendo y Sara hacía una lista con los privados que ya nos habían llegado. Así, acabamos en una playa que nos la recomendó mucha gente y de pura casualidad. Desde el primer momento te das cuenta que Formentera es diferente. Es natural. Bonita. Es mágica.
Te enamoras de su belleza natural, de su arquitectura tradicional y de sus aguas cristalinas. Lo mejor, que está a una hora de avión. Casi te caes de la cama y despiertas en Formentera. Es un imprescindible hacer un viaje a Formentera
Después nos colgamos la mochilita y fuimos al Faro de la Mola. Las vistas son espectaculares y te dan unas ganas brutales de convertirte en gaviota y planear por el acantilado. Es increíble no ver nada que altere la naturaleza. Las mínimas señales de tráfico, ni vayas feas de gallinero tope chungas. Quedan muy pocos sitios así y este es uno de ellos.
Como el día iba de faros. Algún pajarito nos chivó que la puesta de sol en el Cap de Barbaria era espectacular y allá que fuimos. Un poco de postureo, sol solito y fin del día uno.
A la mañana del día siguiente nos fuimos a pasear por el centro del pueblo. Si sois tan fans de los tonos pastel como Sara, tenéis que venir y babearéis en todas las esquinas, plazas y puertas. Yo desde este momento creí que Sara se nos hacía youtuber totalmente motivada en el entorno con su cámara colgada a todas partes. Yo simplemente, me dedicaba a mirar un exuberante cactus como si fuese la babucha que te quedas embobado cuando te levantas.
Siempre las despedidas son duras y por ello guardamos lo mejor para el final. El mismísimo paraíso. La playa de ses Illetes
Espero que lo que hemos tratado de hacerte llegar te haga inmensamente feliz como a nosotros y que te sirva para tu viaje a Formentera ¡Nos vemos pronto!
